NaturalMente2

6 n atural mente “Ahoraque todo vamuy rapido, necesitamos gente lenta. Hayque recuperar colectivamente, globalmente, unaprecio por la reflexión serena”. balmente, un aprecio por la reflexión serena. La ciencia no tiene el monopolio, ni muchomenos, de esta actitud reflexiva, pero quizá conecta o puede conectar con la sociedad al aportar cosas tangibles y útiles, al menos de vez en cuando, y esta conexión puede servir de base para trans- mitir la actitud científica. Mario Bunge, físico y filósofo curioso nacido hace casi cien años en Buenos Aires, reflexio- na que la actual crisis económica ha afectado de dos formas, a cual peor, a la producción de conocimiento. Por un lado se ha reducido la financiación de la in- vestigación de manera global. Por otro, la crisis ideológica asociada y responsable de la crisis económica ha dado lugar a una situación donde la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha. Mientras en el pasado, los únicos enemigos de la ciencia estaban en la derecha, en la actualidad muchos grupos y personalidades de izquierda “confunden la cien- cia con la técnica y creen que es ante todo una herramienta enmanos de las grandes empresas”. Y en relación al conocimiento en sí,Bunge apun- ta una cruel realidad:“Cuanto mayor es la edu- cación de una persona tantomás dispuesta está a creer en pseudociencias simplemente porque se entera de su existencia. La paradoja es que la educación, tal y como está, en vez de hacer que la gente piense en forma científica hace que se vuelvamás supersticiosa”. El filósofo Michel Onfray explica en su historia del pensamiento que con el cristianismo, la filosofía dejó de ser algo que interesaba a todos para ser cosa de pocos.“Con el triunfo del cris- tianismo, el filósofo se convirtió en un profesor pesado e insufrible, un pe- dante que empezó a complicar todo lo que hasta entonces había sido sencillo, un hipócrita que enseñaba a los demás principios que él no practicaba, un sermoneador perentorio y, en re- sumen, un personaje aburrido”.Y Onfray hace esta analogía con la actualidad:“con el capitalis- mo y el neoliberalismo la actitud científica dejó de ser algo que interesaba a todos para ser cosa de unos pocos”.Los científicos nos vemos ahora impelidos a divulgar nuestra ciencia para no per- der la conexión con la sociedad que en el fon- do nos mantiene. Pero la autentica conexión no vendrá por esa divulgación sino que tendrá lugar cuando la sociedad despierte su interés profun- do por el conocimiento y por la actitud que lo maximiza.Epicuro,el filósofodel Jardín,enseñaba a los individuos a ser soberanos de sí mismos y a luchar contra todo aquello que nos transfor- ma en esclavos. Epicuro disertaba sobre fór- mulas muy sencillas para alcanzar la ataraxia, ese estado de tranquilidad, serenidad e imper- turbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos que muchos anhelamos y que recoge el propio budismo, una corriente espiritual sin dioses que goza de creciente po- pularidad. Nietzsche se preguntaba: “¿Dónde volveremos a construir el Jardín de Epicuro?”. Michel Onfray responde: en cualquier lugar en el que haya un epicúreo.Quizás los científicos de este siglo podamos contribuir a que florez- can estos jardines de conocimiento y lograr así que la sociedad renueve su pasión por las bondades de la sabiduría. NM Una joven investigadora en el laboratorio / Xiomara

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