NaturalMente3
57 n atural mente3 ç sumario baja otra, pero no va hacia los coches, va directa hasta el pequeño estanque. En él toma agua y también allí cerca mastica trozos de hojas y tallos de plantas para preparar la pasta de papel con la que cons- truyen sus nidos. Pero ya me he olvidado de las avispas, los primeros rayos de sol están llegando a los nenúfares y las flores, que se cierran durante la noche, empiezan a abrirse poco a poco. Sobre sus hojas y la lenteja de agua que cubre la superficie del estanque,hay unas curiosasmoscasmuy in- quietas, esbeltas y de brillan- tes colores metálicos, verdes y cobrizos. Son de una complicada familia difícil de identificar a simple vista: Dolichopo- didae . Están haciendo una curiosa danza de cortejo, losmachos andande lado alrededor de las hembras, sin perderlas de vista, abren y cierran sus alas e intentan acercarse a ellas no sin antes empujar a los vecinos que se acerquen.La actividades frenética.Peroellas no se deciden, cambian de sitio y miran a otros danzarines para ver cuál les gustamás como padre de sus hijos. Es la primera hora de lamañana y aún no ha empezado a apretar el calor en nuestro Jardín Mediterráneo, pero algunos insectos ya han comenzado su actividad. Los coches del personal del Museo empiezan a ocupar su lugar en el aparcamiento y hay unos habi- tantes del jardín que los esperan, pues con ellos llega el desayuno. Son las avispas del género Polistes , que a lo largo de la mañana podremos ver libando en las flores, pero que a estas ho- ras esperan algo más pro- teico.Algunos de los coches traen en suparrilla delantera un sustancioso botín: insec- tos atropellados. Parece que las avispas lo saben, porque revisan la par- te delantera de los coches uno a uno. Sin duda, hay un olor especial que nosotros no podemos detectar, pero que ellas reciben como si fuese el olor a tostadas y café.Con certeros cortes de susmandíbulas arrancan trozos de los aplastados insectos y los tras- ladan a su nido. No son el alimento de las avispas adultas, sino el de sus larvas. Sigo a una hasta que la pierdo de vis- ta en su vuelo directo hacia el tejado.Ahí Mariposa colibrí, Macroglossum stellatarum, en el momento de ex- tender su lengua. “Unabuena maneradevisitar el jardín enverano esdejarse llevar por los insectos que lohabitan” Todoparece tranquilo en el jardíndelMuseo, sin embargo hayuna actividad frenéticaque solo losmásobservadores advierten. Son los insectosque encuentran en este jardínun pequeñooasis enmediode laurbe.
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