NaturalMente18

59 n atural mente 18 ç sumario www.naturalmentemncn.org Para recibir un correo electrónico cuando salga el próximo número o darnos tu opinión escríbenos a naturalmente@mncn.csic.es Mujeres botánicas Cuando botánicos de toda Europa viajaban a los más apartados territorios para estudiar su flora, haciendo pintar las plantas que encontraban y enriqueciendo sus herbarios, que después utilizaban como herramientas de gran valor para elaborar sus clasificaciones, una mujer recorría a mediados de siglo el valle bajo del río Hudson en NuevaYork, lugar donde había nacido. Era Jane Colden (1724-1766) y está considerada la primera mujer de ciencia del Nuevo Mundo. De la educación de Jane se encargó su propio padre, un médico esco- cés asentado en Nueva York, donde se dedicó a la política. Entre las materias que la joven aprendió destaca la botánica, impartida según el sistema linneano, entonces aún muy novedoso y que en algunos países como Francia sufrió un rechazo total por parte de algunos de los naturalistas más eminentes, como Buffon, que no dudaba en ridiculizarlo. Entre 1753 y 1758 Jane recorrió diversas zonas del territorio donde vivía colectando plantas de más de 300 especies y clasificándolas según el sistema de Linneo. Con ellas formó un herbario y elabo- ró un manuscrito ilustrado por ella misma, pues era una hábil dibujante: uno y otro forman hoy parte del legado del Museo Británico. En su cuaderno, Colden registraba los detalles de cada planta y en algunas indicaba también la fecha de floración y el hábitat donde se desarrollaba. Destacó por sus estudios sobre las gardenias y mantuvo correspondencia con algunos destacados naturalistas de su época. Con 19 años, Elizabeth Christina von Linné (1743-1782), hija del célebre botánico sueco Lin- neo, publicó un artículo para la Real Academia de Ciencias de Suecia en el que describía un efec- to que se da al mirar al anochecer las flores de la planta originaria de América conocida como capuchina o mastuerzo de Indias, Tropaeolum majus , de cuyos pétalos, de un intenso color rojo o anaranjado, parecen brotar destellos de luz, lo que le ha valido el nombre de “fenómeno de Elizabeth Linné”. Algunos naturalistas lo interpretaron como un fenómeno de fosforescencia o incluso señalaron como causa la electricidad. Mucho tiempo después se vio que se trataba de un efecto óptico debido al fuerte contraste entre el color de los pétalos y de las hojas al atardecer. El estudio de Elizabeth tuvo un sorprendente recorrido, pues fue citado en una obra de Erasmus Darwin, abuelo paterno de Charles Darwin, y a través de ella influyó en los poetas románticos ingleses Coleridge yWordsworth, que hablarían en sus poemas de “las flores destellantes”. Portada del manuscrito de la botánica norteamericana Jane Colden donde describía las plantas obser- vadas por ella a lo largo del curso bajo del río Hudson. “El siglo XVIII destacó por la cantidad de mujeres que sobresalieron en las diversas ramas de la ciencia, desde las matemáticas o la física a la historia natural, la astronomía y la química”

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