NaturalMente 21

24 n atural mente 21 ç sumario www.naturalmentemncn.org Para recibir un correo electrónico cuando salga el próximo número o darnos tu opinión escríbenos a naturalmente@mncn.csic.es aparecen en los seres vivos. Moléculas de la vida como los hidratos de carbo- no, que atesoran en sus enlaces la energía que las plantas han arrebatado al sol implementando la fotosíntesis. Estas molé- culas -entre las que destaca la glucosa- constitu- yen el combustible que el resto de organismos, incapaces de atrapar siquiera una minúscula chis- pa de la radiación que emite nuestra estrella, ne- cesitamos y utilizamos para vivir. Al transformar la glucosa que ingerimos con los alimentos en moléculas tan sencillas como el agua o el dióxido de carbono, conseguimos extraer una diminuta porción de la energía que en el pasado liberó el Sol. Personalmente me seduce pensar que la energía que estoy empleando para teclear estas palabras en el ordenador procede de las reac- ciones de fusión nuclear que se dieron en una estrella mediana situada a unos 150 millones de kilómetros de mi habitación. No obstante, a pesar de la enorme fama que por su utilidad ha alcanzado la glucosa, el hidrato de carbono más abundante en nuestro planeta (la celulosa) no es una molécula destinada a propor- cionar energía, sino dedicada, como los ladrillos en una casa, a formar estructuras de sostén. La celulosa aparece rellenando la pared celular en los vegetales, y gracias a su labor las plantas pre- sentan rígidos tallos que las sostienen y acercan al sol. Pero si tenemos que hablar de un grupo de moléculas cuyo papel diseñando estructuras resulta del todo imprescindible para el origen de la vida, esa no es otra que la familia de los fosfo- lípidos. Los fosfolípidos son moléculas que, a lo Doctor Jekyll y Señor Hyde, presentan dos caras opues- tas: una región de la molécula se muestra atraída por el agua (hidrofílica), mientras que la otra se ve repelida por ella (hidrofóbica). Comporta- miento que podría parecer irrelevante pero que, muy al contrario, se ha manifestado clave tanto en el origen como en el mantenimiento de la vida. Los duales fosfolípidos se disponen en el medio acuoso formando una doble capa con su parte hidrofílica dirigida hacia el exterior y sus elemen- tos hidrofóbicos enfrentados y dirigidos hacia el interior. De este modo, se forma una estructura esférica que separa dos entornos, tal y como lo hace la membrana celular -formada por fosfolí- pidos- con el citoplasma y el medio extracelular. La imagen de la izquierda representa un fragmento de la membrana plasmática de una célula animal, en la que se puede observar la bicapa lipídica que la confor- ma. La imagen de la derecha representa uno de los fosfolípidos que forman la bicapa lipídica de una membrana. En el fosfolípido podemos distinguir su región hidrofílica e hidrofóbica. Las moléculas constituyen respecto a los átomos un grado mayor de complejidad de la materia, pero de ningún modo podemos asociar indisolublemente la formación de las moléculas con la aparición de la vida

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