NaturalMente 21

25 n atural mente 21 ç sumario www.naturalmentemncn.org Para recibir un correo electrónico cuando salga el próximo número o darnos tu opinión escríbenos a naturalmente@mncn.csic.es Sin la presencia de estas moléculas la célula no podría haber existido, pero en la familia de los lípidos encontramos muchas otras moléculas que también desempeñan un papel relevante en la his- toria de la vida. Las esencias que las angiospermas utilizan para atraer a sus polinizadores, los trigli- céridos que conforman la capa de grasa que aísla del frío y aporta energía a muchos animales, la cera con la que construyen sus colmenas las abe- jas, o el colesterol del que derivan sustancias tan vitales como las hormonas sexuales o la vitamina D, también pertenecen a la heterogénea familia de los lípidos. No obstante, a pesar de la indiscutible relevan- cia de los hidratos de carbono y de los lípidos, cuando miramos a otro ser vivo lo que vemos en él, lo que realmente lo define, son sus proteínas. El pelo, la piel y los músculos están elaborados a base de proteínas; pero los seres vivos exigimos a estas complejas moléculas mucho más que una simple, aunque imprescindible, tarea estructural. De ese modo, los anticuerpos que nos defienden de los patógenos, las moléculas que transportan el oxígeno en la sangre, las sustancias que engen- dran el dolor que nos produce la espina de una rosa y el placer que sentimos al besar a un congé- nere, o las enzimas que permiten que reacciones químicas incompatibles con la vida se produzcan en nuestro organismo con total facilidad son to- das ellas sustancias de naturaleza proteica. Aun- que si me pides una definición aún más precisa de una proteína, tendría que responderte como el poeta y decirte que proteína… proteína eres tú. Y es que no hay nada que sea tan tuyo como tus proteínas. Las proteínas, a diferencia de otras moléculas como los lípidos o los hidratos de carbono, son características de cada especie y específicas de cada individuo. La glucosa que en este preciso momento está utilizando alguna de las células de tu cerebro no tiene nada de es- pecial; es la misma que, como tantas otras, fabri- có alguna planta mediante la fotosíntesis. Por el contrario, las proteínas que forman tus músculos han sido sintetizadas por los ribosomas de tus células siguiendo instrucciones precisas codifica- das en otra de las moléculas de la vida: tu ADN. Tú posees la exclusividad del ADN que hay en tus células, y por ese motivo tú eres un ser irrepeti- ble, parecido pero a la vez distinto al resto de or- ganismos que pueblan y han poblado este planeta. Sin duda, cada uno de nosotros somos mucho más complejos que las moléculas que nos dan forma, pero en menor o mayor medida toda esa complejidad no deja de ser la consecuencia de las moléculas que nos constituyen. La incesante búsqueda del equilibrio en la que se encuentra inmerso nuestro universo ha originado una cada vez mayor complejidad de la materia: desde las sencillas partículas subatómicas que constituyen el átomo, pasando por su asociación para originar las moléculas, hasta desembocar inesperadamen- te en la aparición de la vida. De modo que, cuan- do nos sintamos sobrecogidos por los aullidos con los que el lobo saluda a la luna, abrumados por la belleza de la cola del pavo real, sorprendi- dos por la capacidad de adaptación de un vegetal o por la inteligencia que muestra un homínido, no debemos olvidar que la fuente de toda esa com- plejidad emana de las minúsculas partículas sobre las que cada día se levanta la vida n “Tú posees la exclusividad del ADN que hay en tus células, y por ese motivo tú eres un ser irrepetible, parecido pero a la vez distinto al resto de organismos que pueblan y han poblado este planeta”

RkJQdWJsaXNoZXIy ODk0OTk=