NaturalMente 27

50 n atural mente 27 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente 27 Susc vo, los bóers acabaron con la población de la ce- bra de Burchell en estado salvaje en 1910. Descubrimientos recientes En el pasado la determinación de las especies seguía criterios principalmente morfológicos, pero gracias a los avances en estadística y es- tudios genéticos, hoy podemos esclarecer las relaciones de parentesco que existen entre la cuaga, la cebra de Burchell y las demás cebras de planicie. Las muestras de ADN tomadas de las pieles y tejidos de la cuaga conservadas en los Museos de Historia Natural permitieron por primera vez secuenciar el código genético completo de un animal extinto. Se descubrió que este équido era una subespecie de cebra de planicie, que quedó aislada del resto a finales del Pleistoceno, hace 120.000-29.000 años. Otros estudios descubrieron que la cebra de Burchell realmente no está extinta, pues en tér- minos craniométricos es homogénea a otra sub- especie de cebra de planicie, la cebra de Damara ( Equus quagga antiquorum ). La distribución de ambas era colindante e inicialmente fueron dife- renciadas por su patrón de rayas; en la actualidad conforman una única subespecie que se deno- mina cebra de Burchell, su rango de distribución abarca varios países y es el mamífero africano que realiza la migración terrestre más larga, si- guiendo un recorrido de 500 km. Este descubrimiento nos brinda una segun- da oportunidad para recuperar una subespecie que creíamos perdida. ¿Pero qué ocurre con la cuaga? Aunque este animal está completamente extinto existe un innovador proyecto en Sudá- frica que pretende “resucitarlo”. Comenzó en los años 80 con nueve individuos reproductores extraídos de las poblaciones naturales de cebra de Burchell. Mediante un programa de cría selec- tiva se han ido seleccionando los individuos que tienen los rasgos morfológicos más similares a los de la cuaga original, sin utilizar clonación ni ingeniería genética, el proyecto pretende recrear la apariencia de esta cebra ya extinta.Tras cinco generaciones los resultados son esperanzadores, sin embargo existe mucha controversia sobre la validez real de la “recuperación” de esta subes- pecie pues no es genética, sino fenotípica. Ya en 1899 Henry Bryden escribía “La cuaga ha sido la primera de la incomparable fauna de Sud- áfrica en desaparecer. Espero devotamente que su extinción sirva de aviso a los desenfrenados, despiadados y destructivos cazadores, ya sean bóers, británicos, o de cualquier nacionalidad”. Pocos años después, Ángel Cabrera, pionero en la defensa de los espacios naturales para pro- “En la actualidad sabemos que la cebra de Burchell no está extinta, ya que estudios craniométricos afirman que es la misma subespecie que la cebra de Damara” teger los ecosistemas prístinos y las especies que los habitan, alertaba del exterminio de la foca monje en el Mediterráneo y de las consecuencias de la introducción de especies invasoras. En 2020, los científicos han heredado esta an- gustiosa preocupación y la impotencia de ver como desaparecen especies tan rápido, que ape- nas llegamos a conocerlas. Los colonos neerlan- deses no aprendieron la lección, pero nosotros tampoco. La extinción de las especies sigue sien- do un tema convenientemente ignorado, a favor del crecimiento descontrolado, el beneficio eco- nómico inmediato y la inercia de modelos antro- pocéntricos y destructivos n Ángel Cabrera en una de las salas de estudio del Mu- seo poco antes de establecerse en La Plata (Argentina). Álbum Museo Nacional de Ciencias Naturales, nº 8703.

RkJQdWJsaXNoZXIy ODk0OTk=