NaturalMente 28
42 n atural mente 27 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente mente sin nada nuevo que añadir. En cambio, para mí los valores del Tratado Antártico se convirtie- ron en el eje principal, el motivo de estar allí. Me siento feliz de haber sido testigo de ese espíritu de concordia y estoy satisfecho de haberlo difun- dido, sobre todo entre los más pequeños. Hace apenas un año he sido padre por primera vez y, cuando llegue el momento de hablarle a mi hija del valor de la paz, la cooperación, la protección del medio ambiente, la promoción de la ciencia, la confianza en los científicos, la admiración por los investigadores, su mundo futuro basado en el conocimiento y no en charlatanes que se lucran con sus mentiras, cuando llegue ese momento y ella me mire con la ceja arqueada, señalando la portada sangrienta del periódico, yo le replica- ré apuntando mi dedo hacia el polo sur. Por eso siempre digo que mi proyecto no es una mira- da a la Antártida, sino de la Antártida a nosotros. También insisto en que el Tratado Antártico, sus valores, su realidad incontestable, debería ser un faro que ilumine al resto de las relaciones inter- nacionales en sus tribulaciones. Dicho esto, que nadie piense que va a poner en las manos de su hija de seis años un libro ilustra- do sobre política internacional. Este es un libro sobre los prodigios de la Antártida, tanto los na- turales, como los humanos. Es un viaje lleno de sorpresas, que avanza como un relato en primera persona, usando a los investigadores como hilo conductor. Mi objetivo es que los lectores sien- tan burbujear en su interior la vocación científica, y que se enamoren del planeta. Como digo en mi documental “los seres humanos solo prote- gemos aquello que amamos”. Amar el planeta es protegerlo con la fiereza con la que defendemos, por ejemplo, a nuestros hijos.Ahora sé de lo que hablo. Siempre hemos tratado a la Tierra como a una madre, tal vez deberíamos cuidarla como a una hija. Por su parte, el documental contrapone la edi- ficante historia oficial con la encubierta. Desde luego, no escondo los intereses que se ciernen sobre un continente rico en recursos minerales sin explotar y sobre unos mares donde faenan pescadores piratas. Por cierto, algunos españo- les. En lugar de pontificar, son los investigadores, militares, turistas y diplomáticos de varios países como España, Chile,Argentina, Estados Unidos o Rusia, los que ofrecen su parecer sobre la vigen- cia del Tratado y sus amenazas. Esa polifonía mul- tinacional me parecía indispensable en un terri- torio sin fronteras. Entre los testimonios cuento con el de Andrés Barbosa, experto en pingüinos, adscrito al Museo de Ciencias Naturales de Ma- drid y que -les anticipo las malas noticias- vaticina la futura desaparición de la especie humana de la faz de a Tierra. Además, tuve el privilegio de que Andrés supervisara, junto con el biólogo marino Joan Giménez, los textos del libro infantil. “Antártida. El continente de los prodigios es un libro lleno de sorpresas, que avanza como un relato en primera persona, usando a los investigadores como hilo conductor” Una de las pági- nas interiores del libro Antártida. El continente de los prodigios.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy ODk0OTk=