NaturalMente 30

14 n atural mente 30 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Junio 2021 Las tierras blancas, blanquísimas, de Mahoya, en Abanilla; la Palestina murciana. Con lomas sen- suales, cuarteadas y secas, que semejan la piel de un elefante; que en los meses tórridos de verano se craquelan y crujen, como un almíbar quemado, crocante, como cáscaras de huevo, bajo los pasos pesados. Sin olvidar el valle de Ricote, último refugio morisco en España. Una vega fértil, árabe de co- razón, que riega el río Segura, dando vida a na- ranjos y limoneros, palmeras y olivos, rodeada de montañas peladas y rocosas, de las que cuelga algún arbusto achicharrado. Un precioso oasis europeo que evoca aquellos oued norteafricanos: pequeños cursos de agua que bajan desde el At- las, internándose con temeridad en el desierto, regando en su paseo los huertos bereberes, has- ta ser engullidos, kilómetros abajo, por las arenas del Sáhara, sin contemplaciones ni remordimien- tos.Abducidos; desapareciendo. Decía que en aquella siesta manchega, larga y chicharrera, decidí tomar rumbo norte, camino de las tierras del Ebro, para llenar otros huecos olvidados. Me detuve en Barrachina, camino de Teruel. Muros impresionantes de tierra roja, a veces desmoronados, que dejan ver los tendones de la tierra. Muelas de arcilla, huesos de piedra, perfi- les acantilados, desnudos, junto a la fértil vega del río Turia. Un paisaje que recuerda, otra vez, los cañones del oeste americano. Más arriba, por Alfambra, caminé por un día. La roja , la llamaron los árabes, por el color intenso de sus arcillas. Un paisaje de secanos humildes castigado por inviernos duros, muy duros. De vez en cuando, el oasis verde de los huertos, el frescor de choperas y alamedas, a las que el Al- fambra, su pequeño río, va regando. Bajando ya a Zaragoza me detuve en Jaulín. De nuevo el paisaje estepario, blanco, de vegetación A la izquierda, desierto de Ma- hoya en Albanilla, Murcia. A la derecha, cabezo Castilde- tierra en el Parque Natu- ral de Bardenas Reales, Navarra. “La expansión del desierto por fenómenos naturales parece imparable. Pero la desertificación, causada por la acción humana, aún podría ser detenida”

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