NaturalMente 33

26 n atural mente 33 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Marzo 2022 y me temo que volveremos a casa sin la pre- sa más ansiada. Me agacho junto a Mario, que señala con un dedo hacia el agua de un charco que no tiene ni 15 centímetros de profundidad. ¡No es posible! Hay un bicho ahí, es pequeño, de apenas tres centímetros de largo y nada ele- gante por el agua sucia. Mario me da un tubo de muestreo. “Adelante, cázalo”. Los primeros in- tentos son infructuosos, pero seguir las indica- ciones del experto tiene recompensa y al rato me encuentro con dos ejemplares en sendos botes. Ejemplares que irán directos al museo para, tras su estudio, pasar a la colección que nutre el equipo de este investigador donde se podrán seguir estudiándo. ¿Por qué coleccionar? Mario ve mi cara de emoción “Es alucinante ¿verdad?” Lo es, nunca pensé que me ilusio- naría tanto capturar una presa así. La caza no estaba entre mis planes, pero he de reconocer que he alucinado con el descubrimiento de los anostráceos. “Te confieso que muchas veces me he preguntado qué sentido tenía salir al campo para capturar animales y llevárselos de su me- dio natural”, le digo.“Las colecciones de historia natural, además de albergar especímenes bellísi- mos, nos ayudan a entender el mundo en el que vivimos. Son ventanas abiertas a la biodiversidad que hay en el momento y el lugar concreto en el que se forma esa colección. Son testigos de una biodiversidad que ya hemos perdido y son críticas para cualquier estudio de conservación porque, si quieres recuperar un área natural, lo primero que necesitas saber es cómo era en origen.Tienen un valor incalculable, por eso soy incapaz de entender por qué se maltratan como se hace.” En el camino de vuelta no paro de comentar todos los detalles de estos crustáceos que nadan con la elegancia de las sirenas. Son casi transpa- rentes y muy bellos. Le pido permiso para llevar- me algún ejemplar a casa antes de depositarlo en el museo. Quiero saber si mi hija sentirá la misma admiración que siento yo ante estos ani- males que se las han apañado para sobrevivir en la Tierra más de 200 millones de años Cuando conocí a Mario era el vicedirector de colecciones del Museo Nacional de Ciencias Na- turales.Yo apenas tenía idea de qué era una colec- ción de historia natural, pero escuchándole apren- dí a admirar la belleza que hay en una mariposa y que va más allá de sus hermosas alas; a apreciar los escarabajos rojos y metalizados que cada pri- mavera se posan en las blancas flores del gamón y su enorme valor para sostener la vida en el pla- neta. Ojalá sigamos siendo capaces de admirar las creaciones pictóricas del barroco o de nues- tros hijos de seis años, sí. Pero, sobre todo, ojalá aprendamos pronto a reconocer la belleza de un anostráceo o de una cantárida cuya presencia es la prueba viva de millones de años de evolución. Quizá así comencemos a respetarlos de verdad n “Los anostráceos son pequeños animales, tan desconocidos como fascinantes, que llevan sobre la faz de la Tierra desde el Jurásico, hace entre 200 y 150 millones de años” Ejemplar del anostráceo Chirocephalus diaphanus fotografiado en vivo. En el saco ovígero se aprecian los huevos de resistencia que darán lugar a la siguiente generación./ Mario García París.

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