NaturalMente 35
35 n atural mente 35 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Septiembre 2022 las sorpresas y el disfrute con los propios gorrio- nes comunes, por el conocimiento de su declive o por comprobar que hembras y machos son diferentes, por ejemplo. Pero sobre todo, llama la atención la caja de sorpresas y admiración que deparan aves comunes como los mirlos, los pá- jaros carpinteros (pito ibérico y pico picapinos), las abubillas, los ánades azulones –“anda, ¿pero los patos también vuelan?” comentaba un adul- to–, los vencejos y las golondrinas. En Aver Aves también hemos aprendido mu- cho de los escolares. Al principio nos obsesio- nábamos con dar con el mayor número de es- pecies para que vieran la diversidad que existe y desconocen. Sin embargo, nos dábamos cuenta de que, una vez localizado el mirlo común, parar- nos tranquilamente a observarlo con detalle a través de prismáticos y telescopios, el asombro se instalaba en el grupo. “Nunca habían visto a este vecino con tanto detalle, mira ese amarillo anaranjado del pico y del anillo ocular y encima se acaba de tragar una lombriz gigantesca”, nos dicen. No hace falta ver tantas especies, sino dis- frutar a fondo con las que se nos cruzan. “Una vez localizado el mirlo común, pararnos tranquilamente a observarlo con detalle a través de los prismáticos o el telescopio, el asombro se instalaba en el grupo” “Lo más importante de las estadísticas son los casi nueve mil escolares de 59 centros educativos de la Comunidad de Madrid para los que hemos abierto aulas en los parques” Aver Aves en los jardi- nes del Museo Nacional de Ciencias Naturales con escolares de la Scuola Italiana Madrid. damente hemos acabado superando. El primero era que en los centros escolares el profesorado y las familias no entendían el sentido de ir en busca de las aves al lado del cole, en los parques que, decían, recorría el alumnado a menudo y ya conocían. Realmente no lo conocen. Por otro lado, se veía como una actividad primaveral,“para cuando hace buen tiempo y hay más aves”, nos decían. Otro error. No existe el mal tiempo, sino cuerpos mal acostumbrados o sobreprotegidos del frío, la lluvia o el viento; y, además, en la ciu- dad se suelen ver más especies de aves entre el otoño y el invierno. Insistimos, todo nace de esa desconexión con la naturaleza y lo cercano.A partir de aquí surgen
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