NaturalMente 35

38 n atural mente 35 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Septiembre 2022 El único testigo conocido de la víbora hoci- cuda de las Islas Columbretes se encuentra conservado en buen estado en la Colección de Herpetología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), el cual es también el ejem- plar conocido de mayor tamaño de la especie. Junto a este ejemplar único, en el MNCN se conservan cerca de 300 ejemplares de Vipera latastei , con representantes de las tres subespe- cies conocidas. Marta Calvo-Revuelta y Alberto Sánchez-Vialas. víbora hocicuda, que desaparecieron por com- pleto a finales del Siglo XIX debido a progra- mas de exterminio de las víboras durante la construcción del faro en 1855. La quema de la vegetación natural, así como la suelta de cerdos domésticos y la persecución directa a manos del hombre, fueron algunos de los métodos que ter- minaron por extinguir a esta única e interesante población. Cómo vivían las víboras en esta isla, qué tamaño tenía su población, o qué interaccio- nes presentaban con otras especies, son algunas de las preguntas que han quedado en el aire. Víbora hocicuda, Vipera latastei latastei Bosca, 1878 Colección de anfibios y reptiles/mncn 8978 La comúnmente denominada víbora hocicuda habita en la mayor parte de la península ibérica a excepción de su extremo septentrional. Su nom- bre común hace referencia a la particular morfo- logía del rostro, donde destaca un apéndice nasal orientado hacia arriba y que se encuentra confor- mado por entre 3 y 7 escamas apicales. Desgra- ciadamente, como todas las serpientes, la víbora hocicuda ha sido y sigue siendo perseguida, lo que ha llevado a la extinción de muchas poblacio- nes. Un ejemplo de extinción local lo constituye la única población insular que se conocía de esta especie: la llamada víbora de las Columbretes. Las Islas Columbretes, situadas en el Medite- rráneo a 49 km de la costa peninsular de Cas- tellón, mantenían una población abundante de vo tipo Petzval, uno de los primeros diseñados con cálculos matemáticos para reducir el tiempo de exposición en la toma de fotografías. Llegó al Museo en el año 1995 como parte del legado de Ortiz de Zárate. Pasó a la Colección de Instru- mentos Científicos Históricos en 2021, donde ha sido recientemente restaurada. Un trabajo más extenso sobre la pieza y su restauración puede consultarse en el número 34 de la revista NaturalMente. Mar ta Onrubia, M. Cruz Osuna, Carolina Martín

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