NaturalMente 37

42 n atural mente 37 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Marzo 2023 El MNCN cuenta entre su personal con un cronista de lujo, una de esas personas capaz de captar la esencia de lo que ocurre a su alrededor y la determinación de compartir sus descubrimientos con el mundo. Javier Sánchez Almazán ha sido testigo del devenir del museo en los últimos 32 años y hoy tenemos la suerte de contar con este artículo que resume su paso por esta institución. Javier, todos somos reemplazables, sí, pero la huella que has dejado en el museo es imborrable. Minerales, rocas, meteoritos y un puñado de personajes singulares Dentro de dos meses mi actividad laboral llegará a su fin. Para entonces hará 17 años que estoy al frente de la Colección de Invertebrados y 32 en el Museo. Nada menos que media vida. Tras sacar mi plaza en una de las escasísimas convocatorias que el CSIC ha ofertado en los últimos 30 años, me incorporé al Museo en un caluroso mes de julio, que pasé en el entonces tórrido torreón de la Colección de Entomología.Aunque venía destinado a Geología como ayudante de Javier García Guinea, conservador de la colección, el titular estaba en ese momento de vacaciones. Así entré en un mundo que entonces, a mis 34 años, se me antojó de lo más sugestivo y del que sabía muy poco. El autor en noviembre de 1991, con 34 años, cuatro meses después de su llegada al Museo. Bajar al sótano donde estaban los fondos de Geología por esa estrecha escalera de escalones desiguales, que todavía existe, y explorar las cajas donde se almacenaban varios miles de minerales y rocas era casi como descender al vientre mismo de la tierra para encontrar todos aquellos tesoros. Unos tesoros depositados a lo largo de más de dos siglos en una institución venerable, de historia tan brillante como accidentada, con la que tomé contacto por primera vez a través de la obra del padre Barreiro. Inventariar esas piezas fue mi tarea principal. Muchas eran espectaculares y todas inte- resantes. Unos fondos soberbios que merecerían mejor suerte.Ahí estaban los elemen- tos nativos. El oro de Vorospatak. La enorme pieza de cobre nativo de San Bartolo. El “Somos seres de paso, el Museo seguirá su historia y la pregunta que todos los que hemos trabajado en él hemos de hacernos es si hemos dejado las cosas mejor que las recibimos”

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