Un tramo de la rambla de la Viuda, en Castellon. Este es un buen ejemplo de río no permanente que puede pasar de estar seco a arrastrar grandes cantidades de agua en pocas horas La tendencia a pensar que la presencia de árboles y vegetación es sinónimo de buen estado de la naturaleza es una simplificación de la complejidad que nos regala el mundo natural que influye en el resultado final de nuestras acciones. Así, a menudo olvidamos la importancia que tienen las dinámicas geomorfológicas en la salud de los ecosistemas. Esto es especialmente llamativo en el caso de los ríos, donde a menudo olvidamos la importancia que tienen los sedimentos y la dinámica geomorfológica para sustentar la red ecológica que los rodea. Hemos olvidado el papel fundamental de los ríos, ya sean de flujo permanente o efímero, que no es otro que la circulación del agua, el transporte de sedimento y nutrientes, y la renovación y conexión de los sistemas físicos, acuáticos y riparios La conservación de los ríos más allá de la ecología Sedimentos y dinámica geomorfológica Los ríos son sistemas naturales de gran dinamismo cuya función principal es el transporte de agua, sedimento, nutrientes y seres vivos. Sirven de unión entre las montañas y tierras bajas, formando corredores fluviales de gran valor ecológico y paisajístico y que, durante siglos, han influenciado nuestros valores culturales y socio-económicos. A lo largo de los últimos siglos los ríos han sido modificados respecto a sus condiciones naturales. Estas alteraciones se han acelerado en las últimas décadas como consecuencia de los cambios de uso del suelo, la urbanización, los usos agrícolas o la modificación en régimen de caudales. Numerosos estudios científicos han alertado sobre la presencia y la gravedad de estos impactos ambientales, aunque solo recientemente han calado en la percepción pública y en los programas gubernamentales. Este reconocimiento ha incrementado la necesidad de proteger y restaurar los corredores fluviales. Esta idea de “proteger y restaurar nuestros ríos” evoca una imagen fija donde el flujo de agua atraviesa una densa vegetación de ribera. Sin embargo, esta imagen olvida el medio físico o “esqueleto” que sustenta este tejido ecológico, en particular los sedimentos (gravas, arena) y la dinámica geomorfológica (cauce, barras y llanura aluvial). La disponibilidad de este hábitat físico resulta crucial para la fijación de las comunidades biológicas y el desarrollo de su ciclo vital estacional y anual. Por ejemplo, los peces necesitan de sedimentos (gravas) para el desove, al igual que diferentes organismos bentónicos (por ejemplo, los invertebrados) necesitan de pozas y rápidos para su desarrollo. En definitiva, la mayoría de los elementos de calidad biológica dependen, en mayor o menor medida, de los sedimentos y las formas físicas del cauce (geomorfología), y que responden a la dinámica fluvial. 18 19 43 Septiembre 2024 Sumario Accede a todos los números Suscríbete Gerardo Benito M. Pilar Rabanaque Yuste
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