NaturalMente 40

Suscríbete 40 Diciembre 2023  Sumario  Accede a todos los números que retocar nada, encajaba muy bien con el tipo y la calidad de los libros que hacemos en Nórdica”, aseguró. Andrés, por su parte, nos divirtió mucho contándonos el proceso de traducción. “Eran poemas muy difíciles de traducir por el juego que hace Macfarla- ne con las palabras. Así que, cuando Diego me dio permiso (después de hablar con el autor), decidí que lo mejor era inventármelo todo”, confesó. “De lo que se trataba era de captar la esencia de lo que Macfarlane ha- bía intentado hacer: crear poemas para leer en voz alta en medio del bosque que fueran fácilmente recordables por los lectores”, aña- dió. De todos los poemas, el de la polilla fue especialmente complicado para el poeta, ya que contaba con muchas especies autócto- nas de Reino Unido cuyo nombre no existe en español. A raíz de ello se habló de la nece- sidad de crear un libro similar con animales y plantas exclusivas de nuestro país. Sin em- bargo, Diego no lo considera necesario. “Al final, da igual que este tipo de zorro no esté en España. Siempre va a haber otra especie o una similar con la que los lectores puedan conectar”, asegura. Sin embargo, sí le pareció buena idea hacer algo similar con especies como el lobo, el lince o el olivo, más cercanos a nuestros paisajes. The Lost Words y The Lost Spells surgieron para reconectar a los lectores más jóvenes con la naturaleza, pero tanto Macfarlane y Morris como Moreno y Catalán piensan que son li- bros que llegan a cualquier lector, sea cual sea su edad. “A la hora de hacer la traducción”, co- mentó Andrés, “intenté que hubiera un equi- librio. Quería que las rimas fueran atractivas para los niños, pero sin ir tan lejos como por ejemplo las composiciones infantiles de Gloria Fuertes. Quería que tuvieran algo más que hi- ciera que los adultos también los disfrutaran”. El resultado de este trabajo es un verdadero éxito, como pudimos comprobar al escuchar algunos de ellos de la voz del poeta. Para acabar, les preguntamos si piensan que la literatura y el arte son buenas herramientas para divulgar ciencia y hablar de naturaleza. “No solo lo creo, sino que sé que funcionan”, aseguró Diego, “en Nórdica tenemos dos lí- neas de publicación en este sentido, libros de científicos más pensados para personas que no sabemos de ciencia y otros más literarios sobre naturaleza. Sin embargo, creo que un editor tiene que romper las barreras que se- paran la ciencia del arte, y es lo que yo intento lo máximo posible. Por ejemplo, creo que una de las cosas buenas que tiene la ilustración es que hacen que la obra tenga algo diferente y te permite hacer textos sobre ciencia distintos. Aunque en España no estamos tan acostum- brados a este tipo de libros, cada vez hay más y son muy necesarios”, aseguró. Andrés, por su parte, afirmó que la curiosidad que siempre ha sentido por los nombres de animales, plan- tas y otros seres de la naturaleza es la misma que la que siente hacia la literatura. Con estas palabras acabamos una tarde lle- na de música, poesía, arte y mucha naturaleza esperando, como desean Robert Macfarlane y Jackie Morris, que Los hechizos perdidos lle- guen a “los corazones y las mentes de los lec- tores españoles”  De lo que se trataba era de captar la esencia de lo que Macfarlane había intentado hacer: crear poemas para leer en voz alta en medio del bosque que fueran fácilmente recordables por los lectores Río Arriba Santiago Martín Barajas Santiago Martín Barajas sin duda alguna ha ido contracorriente, río arriba. La historia que nos cuenta en su libro es un compendio bre- ve de la actividad ecologista en España en los último 40 años. Santiago es ingeniero agrónomo de profesión, ha sido y es una figura prominente de la activi- dad del ecologismo en el estado español. El libro Río Arriba , un título profundamente evocador para todos los que trabajamos en las aguas interiores, es un breve resumen autobiográfico de su ac- tividad en el ecologismo, durante cuarenta años en el que sigue en activo. En este breve comentario, solo voy a mencionar tres pasajes de su libro. Uno, hace referencia a la oposición de los ecologistas a la ubicación de un camping en el barranco de Arás (Biescas). No se les hizo caso, y aquello terminó en una tragedia con 87 muertos. En un sentido más celebrativo, está la contribución de los eco- logistas para establecer la figura administrativa de Reservas Na- turales Fluviales, tramos de ríos cuyo estado de calidad biológica es buena o muy buena. Finalmente, en 2016, Ecologistas en Acción elaboraron un pro- yecto de Renaturalización del río Manzanares. Hoy en día se han llegado a observar más de 100 especies de aves a lo largo de su tramo naturalizado donde antes transcurría un río práctica- mente muerto. Este concepto de Renaturalización de ríos urbanos empieza a extenderse por el res- to de geografía hispana. Puede decirse sin temor a equi- vocarnos, que en un periodo de la historia de este país, ecólogos y ecologistas eran dos conceptos antitéticos, a pesar de su cerca- nía lingüística. Los primeros, más Tres libros con una misma trayectoria: CONTRA- CORRIENTE centrados en el contexto cientí- fico, de lo que puede ser dicho o hay evidencias claras para ello, y los segundos, sobre lo que cierta evidencia mostraba como pro- bable o predecible, aunque no hubiera ciencia cierta para ello. Sí es verdad que hubo un tiempo en que los ecólogos trataban de que su actividad investigadora no quedase desdibujada a ojos de la opinión pública, por la actividad social de individuos y organizaciones que defendían el ambiente. Aprovecho para men- cionar, que en aquella época de distingos –estamos hablando de los años 80/90 del pasado siglo– los puristas defendían el uso de ambiente a secas, mientras que otros usaban medio ambien- te sin importarles la implícita redundancia que contiene. A cualquier interesado en esta "mínima molestia" (que diría Ig- nacio Echevarría) recomiendo la lectura del artículo Sobre el uso en España de la expresión medio ambiente de Francisco Díaz-Fie- rros Viqueira, en Historia Natural, nº 1, 2003. El paso del tiempo, con la ma- duración del movimiento ecolo- gista y su asunción de criterios de rigor empírico, ha desdibu- Antonio G. Valdecasas 73 72

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