NaturalMente 41

41 Marzo 2024  Sumario  Accede a todos los números Suscríbete La carretera nacional 110 une las poblaciones de Soria y Plasencia, cruzando varias zonas con densidades de población extremadamente bajas. Muchos de quienes la transitan los fines de semana van por la zona para comer cordero y cada día, tras una curva cerrada, alguno de los vehículos se topa con alguno de los rebaños de ovejas que cruza por el paso de ganado de la carretera a la altura de Saldaña de Ayllón, en Segovia. Muchos de quienes se ven obligados a frenar se indignan ante un obstáculo en la carretera que parece traído de otros tiempos u otros lugares. Como la mayoría, desconocen lo que hay detrás de una de las comidas más características de la Península. Y es que miles de personas disfrutan cada año degustando asados y chuletas de cordero lechal en elegantes asadores, mesones castellanos o celebraciones familiares. Una tradición en la que la cantidad de carne ha ido menguando a la vez que aumentaba su precio. Según los datos del Ministerio de Agricultura, pesca y alimentación, el precio de la venta al por mayor de la canal de cordero El abandono de vastas áreas de la Península está dejando la producción alimentaria en manos de muy pocas empresas mientras se pierden los beneficios sociales y ambientales del pastoreo. Si realmente queremos un planeta más sostenible, es imprescindible revisar el modelo de consumo y trasladar a los precios de los alimentos el impacto social, ambiental y de salud pública que tienen las diferentes maneras de producirlos y comercializarlos. de hasta 19 kilos pasó de 663 a 844 €/100 kg entre 2020 y 2023, un aumento que no se ha visto reflejado en la prosperidad de los pequeños productores. “Hace años que tenían que haber hecho un paso de ganado como Dios manda, pero como no se acuerdan de nosotros más que para votar. Bueno, somos tan pocos que ni siquiera se acuerdan para eso”, comenta con sorna Luis Alonso Moreno que, junto a su hermano Alfredo, mantiene una explotación de ganado ovino en extensivo. Es decir, son pastores. La familia Alonso Moreno lleva décadas viviendo de un rebaño que nunca supera el millar de ejemplares porque según Luis “más de mil ovejas es demasiado para estas tierras porque aplastan el terreno y lo echan a perder”. Son las ovejas que, a base de vender corderos, han dado de comer a su familia durante años. “La mayor parte de los lechales se venden para asar, pero algunos, los que vemos que son buenos, los reservamos para reponer a las ovejas y los sementales”, explica Alfredo. Los dos hermanos llevan trabajando juntos más de tres décadas, probablemente por eso se entienden sin hablar. Cada día se distribuye más o menos de la misma manera, comienzan sacando de sus corrales a las ovejas que saldrán a pastar. Algunas, las que están recién paridas, las que tienen algún problema o, según la época, los sementales, se quedan en la nave. Una vez que las ovejas salen, los dos hermanos limpian los comederos, arreglan las camas con paja y rellenan cada uno de los pesebres con el complemento de forraje que las ovejas comerán cuando vuelvan de su paseo diario. Los perros esperan mientras los pastores se organizan sin necesidad de cruzar palabra. Da igual que sea quince de agosto o uno de enero y toda España esté de vacaciones, no importa que caiga una nevada o haga un viento horrible, el cuidado de las ovejas es diario. La rutina se repite como si fuera una coreografía ensayada donde la música la ponen los balidos. “A aquellas les quitamos los corderos ayer y los están llaEl abandono rural es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el medioambiente en Europa, pero tanto los gestores como la población obvian el vínculo inseparable que hay entre la gestión agroganadera y la ecología Luis Alonso Moreno junto a su rebaño en Saldaña de Ayllón, Segovia / Zape fotógrafo 42 43

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