NaturalMente7

5 n atural mente 7 ç sumario Julio de 1991. El diario El País titulaba: “Una prospección minera destruye dos esqueletos completos de animales del Mioceno medio” . Así se encontró el yacimiento paleontológico del Cerro de los Batallones. Parecía que, científicamente hablando, podía resultar interesante. 25 años después este enclave madrileño sigue sorprendiendo en cada campaña por la calidad, cantidad y variedad de fósiles que alberga. Hace 25 años, en un también muy caluroso julio, de forma un tanto azarosa, se descubrió el primero de los yacimientos paleontológicos del Cerro de los Batallones. Aquel día, recuer- do haber tenido una extraña sensación, mezcla de incredulidad, por la cantidad y perfecta conservación de los cen- tenares de huesos dispersos en toda la superficie de la cantera, y frustración, pues parecía eviden- te que habíamos llegado tarde, y que el yacimiento podría haber sido destruido por las excavado- ras, perdiendo la oportunidad de documentar un hallazgo paleonto- lógico fuera de lo común: ‘los es- queletos completos de carnívoros amphicyonidos del Mioceno’. El que quiera leer la noticia del descubrimiento del yacimiento, publicada por el periodistaVicente G. Olaya en El País del 11 de julio de 1991 se dará perfectamente cuenta de la situación emocional que nos encontramos en aquel, hoy lejano, momento. Cuando pensamos que, si nos hubiesen llamado en el momento del descubrimiento de los restos fósiles, en un par de días los habríamos extraído. Sin embargo, 25 años más tarde, y después de un ingente esfuer- Cantera en la que se ubica el yacimiento de Batallones 1, antes de localizar el sitio exacto. La superficie se encontraba tapizada por los huesos extraídos por la excavadora. Batallones 1 ya limpio de los sedimentos con los que había sido rellenado. Las paredes del hoyo estaban formadas por paredes de ópalo (silex). “Cada campaña en Batallones nos sorprende, es imposible acostumbrase, nos lanza el reto para que los investiguemos, nos atrapa de nuevo en su trampa” zo de excavación, los yacimientos del Cerro de los Batallones nos siguen descubriendo nuevos fósiles. En cada campaña nos sorprenden de nuevo, imposible acostumbrase, nos lanzan el reto para que los investiguemos, para que no paremos, nos han atrapado en su trampa, aquellas que de forma no ficticia, hace 9 millones de años atraparon a una buena parte de la biodi- versidad que habitaba en el sur de Madrid. Pero volvamos a julio de 1991, los días siguientes fueron frenéticos, contacto con la empresa minera, ob- tención de los permisos de prospección, búsqueda de fósiles en los sedimentos lle- vados a la planta procesadora del mineral, pero sobre todo queríamos localizar la capa fosilífe- ra, ¿aún quedarían fósiles en el sedimento?, era la pregunta que insistentemente martilleaba en nuestra cabeza. José, el maquinista de la empresa que tenía la concesión de la explotación de la

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