NaturalMente16

77 n atural mente 16 ç sumario www.naturalmentemncn.org Para recibir un correo electrónico cuando salga el próximo número o darnos tu opinión escríbenos a naturalmente@mncn.csic.es primos, erizos, estrellas y otras criaturas reptan- tes tan bellas.Tan emocionado estoy que a penas duermo en este mi mundo equinodermo”. El encuentro con Rufino dejó a Gafotas de bu- cear en éxtasis.¡Tan grande era la familia de las es- trellas y compañía! Y cada cual más excéntrico y particular. Este, en concreto, sabía rimar.De hecho, no podía parar y siguió diciendo - “¿Qué cosas maravillosas podría yo hacer aparte de ser este extraño ser? Tengo tentáculos al lado de mi boca y si algún comilón me mira y me toca, me cabreo, me enfado y cual bellaco, todos mis intestinos, para asustarle, saco. Por cierto, señora Estrella Roja, ahí hay otra como usted, sólo que un poco coja.” Miraron hacia donde señalaba Rufino el pepino y vieron a otra estrella de mar que había perdido una de sus patas. ¡Ahí estaba la casa de Estrellita! Gafotas de bucear estaba feliz: “Este día es el más increíble de mi vida. Vine a descubrir las criatu- ras del mar y encontré estrellas, erizos y pepinos. Conocí sus formas de vivir, tan diferentes de las nuestras. Querría saber más, así que volveré para visitaros”. Se despidió de sus amigos, y cumplió su prome- sa porque Gafotas de bucear dedicó tooooda su vida a estudiar los equinodermos, nombre con el que se conoce a esa gran familia formada por es- trellas, erizos y pepinos de mar. Investigó durante años sin parar para conocer bien cómo viven es- tos seres.Así que la ciencia y el mundo entero hoy le da las gracias a Gafotas de bucear por haberse lanzado al mar y a sus descubrimientos. ¡Splashhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Pandora Mirabilia y Camila Monasterio Gafotas de bucear no podía creerlo-“¿Puedes ha- blar?”- le preguntó. “He aprendido porque te escucho cada día desde que nací.”- dijo. Gafotas de bucear seguía sin po- der creer lo que veía- “¿Naciste? Pero, ¿cuándo? ¿cómo?”-preguntaba sin parar. Entonces, le res- pondió- “En realidad, técnicamente, no nací. Broté a partir de un trozo de estrella de mar, ese trocito chico, rojo y brillante que recogiste de la orilla.” ¡Oh! ¡era una estrella de mar! Gafotas de bucear ’ saltaba de emoción. “¿Te has caído del cielo?”-le soltó. La estrellita se rió y siguió contando: “No exactamente. Las estrellas de mar somos animales que vivimos sobre el fondo marino.Pode- mos reproducirnos a partir de pedacitos de nues- tro propio cuerpo. Cuando tú me encontraste, yo era un trocito de mi cuerpo de estrella. Gracias a ti y a que me diste todo lo necesario para vivir, he podido crecer.Y mira, hasta puedo moverme con estos cientos de piececillos que tengo por todo el cuerpo, esos que has descubierto con tu lupa”. Gafotas de bucear decidió que ese ya no era sitio para la estrella de mar y decidió llevarla al lugar donde pertenecía- “¡Estrellita, nos vamos de viaje!, pero antes cuéntame, ¿qué es lo que comes?”. La curiosidad de Gafotas de bucear era insaciable. La estrella le contó que comía otros animalitos del mar, ¡que le encantaban los caracoles y las ostras y se las zampaba a su paso por la arena porque arrastraba su boca por el suelo! Gafotas de bucear se maravilló con tantos descu- brimientos y se lanzó a la playa a devolver a Estre- llita a su casa. Spashhhhhhhhhh. Pasada la barrera de rocas se extendía el mar infinito. Para no per- derse, Estrellita y Gafotas de bucear bordearon la línea de costa, cerca de las rocas. El agua era como un cielo donde en vez de aves, volaban los peces y las medusas. Entonces, Gafotas de bucear vio algo que llamó su atención: parecía una pelota de agujas posada en el suelo del mar. Se acercó y preguntó- “¿Eres una bola de pelos?” - “¡Un respeto, soy el erizo Pinchos!”, respondió la ‘bola’. Gafotas de bu- cear se seguía sorprendiendo- “¿Erizo? ¿Como los de la tierra? ¿Sois primos?”. Pinchos, respondió - “Yo no sé de esos erizos de lugares lejanos y secos, pero sí sé que soy Pinchos, un erizo, cubierto de espinas. Estrellita, esa sí que es mi prima. Nos pa- recemos más de lo que crees.También los erizos arrastramos la boca por el suelo, aunque nosotros sobre todo comemos algas que hacemos pedaci- tos con unos dientecillos que tenemos” Gafotas de bucear y Estrellita se partían de risa. mirando al erizo moverse a paso de tortuga. Pin- chos se puso digno - “¡Pues si tanta gracia os hace Pinchos, iros a buscar un pepino! ¡Hasta luego!”. Gafotas de bucear se preguntó, ¿un pepino? Este Pinchos qué cosas tiene. Así que siguieron su ca- mino en busca de la casa de Estrellita cuando, de repente, ¡no lo podía creer! ¡Ahí tendido en la are- na, dejándose mecer por el agua vio lo que parecía un pepino! ¡Pinchos no bromeaba!Al ver a Gafotas de bucear con tanta sorpresa, aquel extraño ser se presentó- “Rufino el pepino de mar, para servirlas. Más vago que una manta, comer erizos me espan- ta. No quiero espinas, prefiero algas, de colores verdes y malvas. Aunque otros pepinos nadan, a mí mis muchos piececillos me bastan. Como a mis “La ciencia y el mundo entero hoy le da las gracias a Gafotas de bucear por haberse lanzado al mar y a sus descubrimientos”

RkJQdWJsaXNoZXIy ODk0OTk=