NaturalMente18

37 n atural mente 18 ç sumario www.naturalmentemncn.org Para recibir un correo electrónico cuando salga el próximo número o darnos tu opinión escríbenos a naturalmente@mncn.csic.es “Volveremos y descifraremos el misterio de la reproducción de Barbourula busuangensis, y si Bd constituye una amenaza para la especie” que ladra a intervalos regulares, pegado a la pared de la casa: un enorme tokay, Gekko gecko , versión asiática de nuestras salamanquesas, pero… ¡del tamaño de un lagarto ocelado grande! Días después tenemos oportunidad de ver más ejemplares de Barbourula y estudiar otra hembra adulta, a 200 km del primer sitio, cerca del ex- tremo norte de la isla. Al final hemos aprendido mucho y poco a la vez. Sabemos que las gafas y el tubo de snorkel son muy prácticos para ver peces y corales en los maravillosos arrecifes de Palawan, pero escasamente útiles para buscar Bar- bourula . Sabemos también que, al menos en las primeras horas de la noche, estos bichos sólo se asoman a la puerta de su casa (normalmente un hueco entre grandes rocas bajo las que fluye el agua) y que a la menor perturbación se retiran al interior, donde es totalmente imposible captu- rarlos. Creemos que, dada la abundancia de ranas y la temperatura del agua de 25ºC, Bd no parece representar un peligro para la especie en las zo- nas bajas, pero ¿qué puede pasar a mayor altitud, donde el agua estará más fría y, por tanto, se dan mejores condiciones para este parásito mortal? Y, por último, sabemos que seguimos sin tener ni la más remota idea de cómo se reproduce la es- pecie, y que averiguarlo, dadas sus condiciones de vida y su comportamiento, constituirá un autén- tico reto. Pero también sabemos otra cosa: que, si conseguimos los fondos para ello, volveremos y, cueste lo que cueste, descifraremos el misterio de la reproducción de Barbourula busuangensis ; y también averiguaremos si Bd constituye o no una amenaza para esta especie fascinante n Paisaje de la costa este de Pa- lawan, donde los pobladores de la isla cultiva arroz. quizá porque, simplemente, no existen, o porque pasan su vida donde nadie los puede ver. Las luces de unas linternas que se acercan nos alteran y nos mantienen atentos. Se trata de un matrimonio de filipinos del cercano “barangay” (pueblo, barrio o municipio) que guardan esta zona protegida y se encargan de cobrar la mó- dica suma de 50 pesos (~ 0.70 euros) a los es- casos visitantes. En una muestra de responsabili- dad y amabilidad asombrosa, vienen a buscarnos, preocupados porque no volvemos. Temen que nos hayamos perdido (sí, eso ya nos ocurrió…) o que nos haya pasado algo, porque no es normal que unos supuestos turistas vayan a ver unas cas- cadas que no existen y se queden allí hasta esas horas de la noche. Pero es que, claro, no somos turistas ni bañistas. Resulta que nuestra actividad les encanta y les divierte, y finalmente nos ayu- dan a medir y fotografiar las ranas, hasta que nos acompañan alegremente de vuelta. Por nuestra parte, felices y agotados, todavía sacamos fuerzas para parar una vez más en la quebrada del primer día. Ahora nuestra experiencia ya nos dice que, casi seguro, aquello que habíamos visto era una Barbourula . Esta vez no hay inquilino alguno bajo la gran roca, pero sí vemos otros cuatro ejempla- res en otros tramos del río. Doble satisfacción: nuestro olfato nos llevó al lugar correcto ya el primer día de nuestro trabajo de campo, aunque la especie que venimos buscando, excepcional- mente escurridiza (literalmente), se encargó de darle un poco más de emoción al asunto. Nos vamos a dormir, pero un visitante noctur- no se ocupará de que no descansemos bien, por-

RkJQdWJsaXNoZXIy ODk0OTk=