NaturalMente 26

45 n atural mente 26 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente t En la época victoriana la demanda de plumas para fabricar sombreros femeninos resultaba to- talmente insostenible. Durante el período cono- cido como “el auge de la pluma” se pagaban au- ténticas fortunas por los sombreros con plumas de aves, lo que llevó al exterminio de millones de ellas. Con el objetivo de combatir un comercio tan lucrativo como brutal, surgieron los prime- ros grandes movimientos de conservación, que darían lugar a dos de las sociedades conservacio- nistas más importantes del mundo: la británica Royal Society for the Protection of Birds ( RSPB) y la americana National Audubon Society . Londres era el centro internacional para el co- mercio de plumas durante el Plume Boom . En las salas de venta londinenses se realizaban periódi- camente subastas de plumas, en las que los co- merciantes ofertaban pieles y plumas de las aves más bellas del mundo. No resulta extraño que el zoólogo americano,William Temple Hornaday, La industria de la moda es una de las más dañinas para la conservación del entorno natural. Promueve el consumo insostenible de prendas y sus procesos productivos son, en general, muy contaminantes. Existen zonas del planeta donde cada año los ríos se tiñen del color que marca la tendencia en occidente. Esta realidad ya era palpable en el siglo XIX cuando el consumo de millones de plumas para decorar vestidos y sombreros condujo a la extinción de numerosas especies. La nota positiva es que de aquel Plume Bloom surgieron también las primeras sociedades conservacionistas. pionero en el movimiento de conservación de la vida silvestre en los Estados Unidos y primer di- rector de la Sociedad Zoológica de Nueva York, fundada en 1895, denominase a Londres como “la meca de los asesinos de aves del mundo”. En el último tercio del siglo XIX, los sombre- ros femeninos eran cada vez más elaborados y vistosos, incrementándose sensiblemente la pre- sencia de plumas, que también se utilizaban en otras prendas y adornos. Se utilizaban partes de las aves como las alas, las cabezas, los penachos o el animal completo. Los pájaros disecados se fijaban en armazones para dar la impresión de movimiento; en ocasiones, se colocaban sobre nidos, o bien con las alas extendidas para aumen- tar su naturalidad. Eran muchas las especies perjudicadas por esta próspera industria: avestruces, faisanes, pa- vos reales, patos, garzas, palomas, aves del paraí- so, etc. Se ha calculado que entre 1905 y 1920 se habrían exportado cada año entre 30.000 y 80.000 pieles de aves del paraíso con destino a las subastas de plumas de Londres, París y Nue- va York; solo en 1911, 41.000 pieles de colibrí se vendieron en Londres y, es posible, que otras tantas en París; en el invierno de 1886-1887, 40.000 charranes fueron abatidos en Cape Cod (Massachusetts) para satisfacer la demanda de un único comerciante de sombreros. Es una parado- ja que el atractivo lugar que sirvió de inspiración a pintores como Edward Hopper o Jackson Po- Sombrero de plumas victoriano / Lillian Russell

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