Mares y océanos son un medio continuo donde todo está interconectado. Por eso no tiene mucho sentido que la conservación se base en piezas aisladas La mayor parte del planeta tierra está cubierta por mares y océanos. El calentamiento y la acidificación de las aguas está poniendo al borde del colapso a numerosas especies y ecosistemas marinos, sin embargo, solo un pequeño porcentaje goza de una protección efectiva. Las medidas de conservación que aplicamos al medio marino provienen de las que se aplican a los ecosistemas terrestres, pero ambos mundos difieren en su funcionamiento. En el siguiente artículo José Templado expone lo que cree que son deficiencias en las medidas de conservación de los océanos y propone una visión más amplia para cumplir los objetivos de la “década del océano”. Tiempo atrás fue creencia generalizada que mares y océanos eran una fuente inagotable de alimento y un sumidero infinito para los residuos de origen humano. Naturalistas como Lamarck (1744-1829) afirmaban que “los pequeños e inconspicuos seres oceánicos son inmunes a la influencia humana y están a salvo de la destrucción desencadenada por nuestra especie; su multiplicación es tan rápida y sus medios de evasión tan eficaces que no existe ninguna posibilidad de que el hombre pueda destruir a la totalidad de la especie de cualquiera de estos animales”. Lamentablemente, la realidad nos viene demostrando que el medio marino tiene una capacidad limitada para absorber los múltiples impactos a los que lo sometemos. Alrededor del 40% de la población mundial y de las mega-urbes se concentran en la costa. Ello acarrea múltiples impactos, los más inmediatos son la progresiva destrucción y alteración de los hábitats naturales y la contaminación de todo tipo que se genera en el entorno costero. Además, nuestros mares son el destino final de muchos de los residuos originados tierra adentro. Quizá el ejemplo más actual sea el de los plásticos, que ya forman importantes acúmulos tanto en superficie (el denominado “sexto continente”) como en los fondos marinos. Asimismo, los microplásticos están hoy día omnipresentes en todas las cadenas tróficas. Otro de los impactos humanos más tangibles es la sobreexplotación que sufre buena parte de los caladeros de pesca. A estos grandes impactos de carácter casi universal hay que añadir toda otra serie de impactos locales y los derivados del “cambio global”, que tiene una doble vertiente en el medio marino: calentamiento y acidificación. Estos factores actúan sinérgicamente, lo que, unido a la proliferación de agentes patógenos, provoca una considerable merma de la biodiversidad marina. Es cierto que las tasas de extinción en el medio marino son mucho menores que en los medios terrestre y dulceacuícola. Son muy pocas las especies marinas consideradas extintas debido a las extensas áreas de distribución que por lo general ocupan y a su gran capacidad de dispersión por medio de larvas planctónicas. Sin embargo, son muchos los ejemplos de extinción regional o local de determinadas especies y, sobre todo, se constata una considerable disminución de las poblaciones de buena parte de ellas. Quienes llevamos muchos años observando y muestreando el medio marino ya no encontramos muchas especies donde antes eran frecuentes o apreciamos una disminución significativa de su abundancia. Frente a todo lo anterior ¿cuáles son las medidas de conservación que se vienen llevando a cabo? Lo cierto es que la conservación del medio marino siempre ha ido por detrás de la del medio terrestre. Así, los criterios, protocolos, metodologías y legislación sobre conservación que se aplican al medio marino son casi siempre las establecidas para el medio terrestre, pero ¿sirven para mares y océanos? La respuesta es negativa o cuestionable en la mayoría de los casos. A nivel general, las medidas de conservación se centran en la protección de determinados espacios (áreas protegidas) y de especies amenazadas (aquellas que figuran en las listas rojas). Ello no deja de ser una conservación basada en piezas aisladas o cajas estancas de la naturaleza. Esto puede tener sentido en el medio terrestre, ya que al estar colonizado e invadido en buena parte por la especie humaLas reservas marinas, como la de Cabo de Palos, son un reservorio de biodiversidad / Javier Ferrer. 6 7 42 Junio 2024 Sumario Accede a todos los números Suscríbete
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