NaturalMente 43

En el tramo urbano del Manzanares pueden observarse islas formadas por los procesos naturales de sedimentación donde se está desarrollando vegetación de ribera 6 7 43 Septiembre 2024  Sumario  Accede a todos los números Suscríbete va ha sido reemplazada por una fauna exótica, mejor adaptada a hábitats tan alterados. Entre las cinco familias de peces nativos citados en el Manzanares, se encuentran nueve especies: la colmilleja (Cobitis paludica) de la familia Cobitidae; el barbo común (Luciobarbus bocagei) y el barbo comizo (Luciobarbus comizo) de la familia Cyprinidae; la bermejuela (Achondrostoma arcasii), la boga de río (Pseudochondrostoma polylepis), el calandino (Squalius alburnoides) y el cacho (Squalius pyrenaicus) de la familia Leuciscidae; la trucha común (Salmo trutta) de la familia Salmonidae; y, por último, la anguila (Anguilla anguilla) de la familia Anguillidae. Algunas de estas especies presentaban poblaciones abundantes en los años 70 y 80, antes de las grandes alteraciones sufridas por el río, tanto por la transformación del cauce a su paso por la ciudad de Madrid como por la construcción de la presa del Pardo en los años 70. En el Manzanares era común, por ejemplo, la presencia de anguila y probablemente de barbo comizo. Desde entonces, la detección de especies autóctonas fue decreciendo hasta el punto de quedar reducidas a dos o tres especies nativas. El caso del río Manzanares El río Manzanares pertenece a la cuenca hidrográfica del Tajo y constituye la principal arteria fluvial de la ciudad de Madrid. Este río es un claro ejemplo de un hábitat fluvial que necesita ser restaurado. Nace en el Ventisquero de la Condesa, en la sierra de Guadarrama a 2.160 metros de altura, y su curso ha jugado un papel fundamental en la historia de la ciudad. Desde tiempos prehistóricos, sus aguas han sido una fuente de vida para los habitantes de la región. Durante la Edad Media, el río delimitaba los confines de la ciudad y, más tarde, en la época de los Austrias, se construyeron puentes y se acondicionaron sus márgenes como parte de los esfuerzos por engrandecer la capital del imperio español. Por tanto, a lo largo de los siglos, este río ha sido testigo del crecimiento y transformación de este enclave urbano, pero también ha sufrido los efectos negativos de una urbanización descontrolada: la fuerte contaminación y la alteración de su ciclo hidromorfológico natural. Ictiofauna del río Manzanares Los afluentes de la cuenca del Tajo que discurren por la Comunidad de Madrid como el Manzanares, históricamente han albergado especies nativas adaptadas a su entorno fluvial, es decir, a las fluctuaciones de temperatura y precipitaciones típicas de regiones como la península ibérica, bajo un régimen de clima Mediterráneo. En estas condiciones climáticas, el cauce del río durante los meses de verano se reduce llegando en algunos casos a constituir apenas un arroyo o incluso interrumpiéndose su caudal constituyendo una sucesión de tablas desconectadas entre sí. Debido a los múltiples factores de amenaza ya mencionados, las poblaciones nativas de peces de los ríos madrileños han sufrido un fuerte declive, donde, además, esta fauna natiDe arriba a abajo: colmilleja (Cobitis paludica) y cacho (Squalius pyrenaicus) / Ignacio Doadrio Proyectos de restauración del río Manzanares Los grandes problemas para el río Manzanares comenzaron en 1924 cuando fue canalizado a su paso por la ciudad de Madrid. Desde entonces, ha experimentado diversas regulaciones que alteraron notablemente su cauce y caudal naturales, impactando sobre todo en la viabilidad de las poblaciones de peces y otros organismos asociados al medio acuático. Con el paso del tiempo, el Manzanares se fue degradando. La construcción de presas y encauzamiento de sus aguas alteraron su dinámica natural, y la creciente urbanización de Madrid resultó en una contaminación significativa del río. A mediados del siglo XX, el Manzanares contaba con nueve presas con el fin de acumular agua y evitar su desecación estival, siendo poco más que un canal de aguas residuales, con un ecosistema fluvial severamente dañado. A pesar de las importantes inversiones y esfuerzos dedicados a la depuración de sus aguas, continúan introduciéndose contaminantes y disruptores endocrinos de diferente origen y difíciles de eliminar. Además, se ha observado desde los años 90 una clara expansión de las especies exóticas, coincidiendo con la modificación del régimen hidrológico natural del río. Es el caso del alburno (Alburnus alburnus), el percasol (Lepomis gibbosus), la gambusia (Gambusia holbrooki), el lucio (Esox lucius), el pez rojo (Carassius auratus) o el pez gato (Ameiurus melas). A pesar de este escenario desalentador, a partir del 2016 el Ayuntamiento de Madrid, con la colaboración de Ecologistas en Acción, desarrolló un ambicioso proyecto de restauración fluvial: el Plan de Naturalización y Restauración ambiental del río Manzanares a su paso por la ciudad de Madrid. Este Plan tenía como objetivo devolver al río su vitalidad ecológica y mejorar su integración con el entorno urbano. Una vez ejecutado, este proyecto ha desembocado en resultados muy positivos, enfocándose principalmente en la recuperación y regeneración del hábitat a su paso por la ciudad mediante la apertura de las presas en el tramo urbano, para recuperar los procesos hidromorfológicos naturales del río y mejorar la conectividad fluvial, así como aliviar la intensa presión antrópica que sufre el Manzanares. Ese fue el primer paso para la renaturalización del río y la recuperación de su función como corredor ecológico. En la actualidad, en el tramo urbano del Manzanares pueden observarse islas centrales donde se está desarrollando vegetación de ribera y barras formadas por la acumulación de arenas provenientes de procesos naturales de sedimentación.

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