NaturalMente 41

algunos árboles, como el olmo, para techar sus viviendas (las llamadas cabañas largas); también para fabricar sus canoas. Otros pueblos, como los lakotas (sioux), se extendían por las Grandes Llanuras, un ecosistema de pradera, donde se desplazaban siguiendo la migración del bisonte, básico para ellos, pues de él extraían cuanto necesitaban: desde la piel para hacer sus tiendas (los tipis) o confeccionar su ropa y todo tipo de prendas hasta los huesos y tendones que usaban para coser. Los caballos llevados por los españoles transformaron radicalmente su modo de vida, facilitando sus desplazamientos y el transporte en esas inmensas extensiones. En el Suroeste, en un ambiente desértico o semidesértico, han habitado desde hace más de mil años los navajos, pueblo adaptable que aprendió las artes de la ganadería, de la confección textil y de la platería con la llegada de los españoles. En el Noroeste, en la Columbia Británica y Vancouver, una región de frondosos bosques de coníferas, habitaban los nootka, chinook y otros muchos pueblos, dedicados a la caza, que incluía la ballena, la pesca del salmón y la recolección de toda clase de frutos del bosque. Sus imágenes, plasmadas en objetos de uso cotidiano o de significado ritual, revelan un sentido estético notable que ejerció su influencia en figuras tan destacadas como Picasso, Archipenko, Modigliani o Gauguin Representación de la caza del búfalo ilustrada por George Catlin en 1830 Retrato del jefe iowa, Nube blanca pintado por George Catlin entre 1844 y 1845 Los usos que hacen de las plantas silvestres para la sanación y otras aplicaciones a menudo han sido utilizados por las grandes compañías farmacéuticas y químicas para aprovecharse de esa sabiduría y patentar como propias sus aplicaciones 41 Marzo 2024  Sumario  Accede a todos los números Suscríbete 34 35 En Suramérica, en la selva amazónica, subsisten entre 300 y 400 pueblos, de los que los yamomamis son uno de los más conocidos. Muchos de ellos se sirven para cazar de cerbatanas con dardos impregnados con curare, sustancia con una potente neurotoxina procedente de diversas plantas: en Suramérica se extrae de Strychnos toxifera. También usan para pescar otra planta, el timbó (Enterolobium contortisiliqum), de propiedades narcóticas, que echan en los arroyos para aturdir a los peces, que después recogen. Ya en África, perduran diferentes pueblos autóctonos. Los san (antiguos bosquimanos), los masai, los fang de Guinea Ecuatorial y los dogón de Mali son algunos ejemplos. Los san, pueblo sufrido donde los haya, el más antiguo de África, vivían tradicionalmente de la caza de los antílopes, a los que perseguían incansablemente durante grandes distancias tras herirlos. Hoy viven relegados a diversas zonas del desierto de Kalahari, donde aprovechan todos los recursos a su alcance, entre ellos los huevos de avestruz, que usan como recipientes para el agua. Por su parte los masai subsisten en diversas zonas de Kenia y Tanzania, donde han visto reducido su territorio desde la época colonial británica y más tarde, con la creación de varios Parques Nacionales emblemáticos, como el Masai Mara y el Serenguetti. Pueblo pastor, en otro tiempo la caza del león era la prueba que marcaba el paso a la edad adulta de los jóvenes del poblado. Los aborígenes australianos son uno de los pueblos autóctonos más antiguos: llevan miles de años viviendo en Australia. Allí han desarrollado un poderoso instinto de supervivencia que incluye la caza de todo tipo de animales, desde canguros, para lo que se sirven del bumerán, a varanos y cocodrilos, además del aprovechamiento de tubérculos, raíces y otras muchas partes de los vegetales que crecen en su medio. Nombrar y clasificar El conocimiento del medio natural de los pueblos aborígenes va más allá de un aspecto puramente utilitario. Abarca también la ordenación de las plantas y animales de su entorno y el uso de nombres que identifican unas y otros diferenciándolos de especies afines. En esta tarea muchos de estos pueblos ponen un formidable empeño, así como en crear un vocabulario que nombre las diversas partes de los seres vivos. La antropóloga francesa Germaine Dieterlen, que estudió a los dogón de Mali, halló que este pueblo distribuía los vegetales en 22 familias principales, algunas de las cuales subdividían a su vez en otros 11 subgrupos. Harold C. Conklin, dedicado al estudio de los hanunóo de Filipinas, comprobó que clasificaban a las aves de su entorno en 75 categorías diferentes, que llevaban un censo de 461 grupos zoológicos y que para describir las partes constitutivas y las propiedades de los vegetales utilizaban más de 150 términos. Los aimaras, investigados por W. La Barre, eran capaces de distinguir más de 250 variedades del género Solanum. De la seriedad

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