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n
atural
mente
“Ahoraque todo
vamuy rapido,
necesitamos gente lenta.
Hayque recuperar
colectivamente,
globalmente, unaprecio
por la reflexión serena”.
balmente, un aprecio por la reflexión serena. La
ciencia no tiene el monopolio, ni muchomenos,
de esta actitud reflexiva, pero quizá conecta o
puede conectar con la sociedad al aportar cosas
tangibles y útiles, al menos de vez en cuando, y
esta conexión puede servir de base para trans-
mitir la actitud científica.
físico y
filósofo curioso nacido
hace casi cien años en
Buenos Aires, reflexio-
na que la actual crisis
económica ha afectado
de dos formas, a cual
peor, a la producción
de conocimiento. Por
un lado se ha reducido
la financiación de la in-
vestigación de manera
global. Por otro, la crisis ideológica asociada y
responsable de la crisis económica ha dado lugar
a una situación donde la ciencia asusta tanto a
la izquierda como a la derecha. Mientras en el
pasado, los únicos enemigos de la ciencia estaban
en la derecha, en la actualidad muchos grupos y
personalidades de izquierda “confunden la cien-
cia con la técnica y creen que es ante todo una
herramienta enmanos de las grandes empresas”.
Y en relación al conocimiento en sí,Bunge apun-
ta una cruel realidad:“Cuanto mayor es la edu-
cación de una persona tantomás dispuesta está
a creer en pseudociencias simplemente porque
se entera de su existencia. La paradoja es que
la educación, tal y como está, en vez de hacer
que la gente piense en forma científica
hace que se vuelvamás supersticiosa”.
El filósofo
explica en
su historia del pensamiento que con
el cristianismo, la filosofía dejó de ser
algo que interesaba a todos para ser
cosa de pocos.“Con
el triunfo del cris-
tianismo, el filósofo
se convirtió en un
profesor pesado e
insufrible, un pe-
dante que empezó
a complicar todo lo
que hasta entonces
había sido sencillo,
un hipócrita que
enseñaba a los demás
principios que él no
practicaba, un sermoneador perentorio y, en re-
sumen, un personaje aburrido”.Y Onfray hace
esta analogía con la actualidad:“con el capitalis-
mo y el neoliberalismo la actitud científica dejó
de ser algo que interesaba a todos para ser cosa
de unos pocos”.Los científicos nos vemos ahora
impelidos a divulgar nuestra ciencia para no per-
der la conexión con la sociedad que en el fon-
do nos mantiene. Pero la autentica conexión no
vendrá por esa divulgación sino que tendrá lugar
cuando la sociedad despierte su interés profun-
do por el conocimiento y por la actitud que lo
maximiza.Epicuro,el filósofodel Jardín,enseñaba
a los individuos a ser soberanos de sí mismos y
a luchar contra todo aquello que nos transfor-
ma en esclavos. Epicuro disertaba sobre fór-
mulas muy sencillas para alcanzar la ataraxia,
ese estado de tranquilidad, serenidad e imper-
turbabilidad en relación con el alma, la razón
y los sentimientos que muchos anhelamos y
que recoge el propio budismo, una corriente
espiritual sin dioses que goza de creciente po-
pularidad. Nietzsche se preguntaba: “¿Dónde
volveremos a construir el Jardín de Epicuro?”.
Michel Onfray responde: en cualquier lugar en
el que haya un epicúreo.Quizás los científicos
de este siglo podamos contribuir a que florez-
can estos jardines de conocimiento y lograr
así que la sociedad renueve su pasión por las
bondades de la sabiduría.
NM
Una joven investigadora en el laboratorio /
Xiomara
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