NaturalMente 22

41 n atural mente 22 ç sumario Suscríbete Consulta aquí todos los números de NaturalMente Las primeras referencias de este canibalismo violento se basaban en transmisión oral de ta- les acciones entre diferentes grupos humanos, acusaciones que, en último término, tenían fines lucrativos o compensatorios.Así las acusaciones entre pueblos vecinos de la misma condición, colonos, conquistadores o misioneros hacia los indígenas sirvieron para establecer alianzas, con- tratos de propiedad o exoneración de crímenes de lesa humanidad. Muchos de los relatos de acciones caníbales hasta entonces se basaban en prejuicios y malin- terpretaciones de europeos hacia las costumbres de distintas civilizaciones con las que entraban en contacto. Tales temores llevaron en aque- llos tiempos de descubrimiento, colonización y conquista a dudar de la condición humana de los indígenas, es decir, de su capacidad de tener alma.Tan poco humanos eran los habitantes de aquellos lugares, que quienes se autoproclama- ban civilizados obtuvieron todos los derechos para ejecutar sin remilgo y torturar sin piedad a quienes habitaban sus ansiadas propiedades o se negaban a ser sus esclavos. Tardamos mucho tiempo y varias guerras en colocarnos en nues- tro sitio, en conocernos a nosotros mismos y abandonar el prejuicio contra otras civilizacio- nes. En antropología social, a fin de ordenar y re- gular la veracidad de esos relatos, Arens en el libro que publicó en 1979: The Man Eating Myth: Anthropology and Anthropophagy estableció una serie de pautas imprescindibles para verificar que las supuestas víctimas no exageraban por miedo y temor hacia los otros. Arens propu- so como criterio inequívoco de canibalismo la existencia de testigos supervivientes que lo relataran. Ciertamente pocos son los que pu- dieron contarlo, pero aun así existen testimo- nios.Tal es el caso de Hans Staden en 1557 que relató en sus crónicas los largos años de cau- tiverio de los Tupinambá en Brasil, con la firme promesa de comérselo y todos los festines que presenció. Los códices de religiosos del siglo XVI (Tudela-Magliabechiano o Tovar) incluían descripciones de la vida doméstica, costumbres, ritos, conocimientos científicos de los pueblos americanos y con detalle ilustraban y relata- ban sacrificios humanos. Descripciones que no eran en absoluto leyendas ni invenciones, sino acciones que han sido recientemente confir- madas por arqueólogos. Así, las torres y muros de cráneos humanos insertados en vigas, relata- dos y figurados por Tovar a finales del siglo XVI, fueron descubiertos recientemente por los ar- queólogos en la ciudad de México DC. Las historias sobre caníbales imputadas a ci- vilizaciones primitivas, sin que hubiera eviden- cia demostrada, se extendieron a las culturas más antiguas, las que precedieron a nuestra especie. A pesar del enorme avance que supu- sieron las nuevas teorías evolutivas de Darwin, el origen de nuestra especie y nuestra evolu- ción fueron muy mal aceptados por científicos creacionistas y una sociedad que, en general, Ilustración de Hans Staden de 1557 con él en el fondo con barba y los brazos en alto, mientras que los Tupinambá en Brasil se alimentan de otros humanos. “El caso de canibalismo más antiguo tafonómicamente estudiado se encuentra en los yacimientos de Atapuerca. Su ubicación en la Gran Dolina lo data hace aproximadamente 850.000 años”

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