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atural
mente 6
ç sumariosido representadas en muchas culturas popula-
res como emblemas de la longevidad, sabiduría
y serenidad. Con unos 250 millones de años a
sus espaldas (mejor dicho: a sus caparazones) y
sobreviviendo a otros reptiles gigantes, los dino-
saurios, no es para menos.
Y es que en este mundo donde todo aconte-
ce tan atropelladamente, el arte de la lentitud
cobra un valor especial. Un ejemplo lo tenemos
en el conocido como “Movimiento Slow”, una
corriente cultural que nació hace unos años para
calmar las actividades humanas promoviendo la
sostenibilidad del planeta; y en la Antigua Grecia
ya lo manifestaba Esopo en su conocida fábula
La
liebre y la tortuga
, donde finalmente sin prisa, pero
sin pausa, la lenta constancia de la tortuga pre-
valece sobre la velocidad arrogante de la liebre,
que pierde la carrera.
No menos conocida es La Vetusta Morla, una
de las criaturas que forman parte de la nove-
la fantástica
La Historia Interminable
de Michael
Ende y, posteriormente, de diversas adaptaciones
cinematográficas. Según nos cuenta el autor, su
edad no se calcula por años en el tiempo, - “ella
es mucho más vieja que los seres más viejos de
Fantasía [...] o más aún, no tiene edad”-.Y como
ella misma dice: “[...] somos viejas, pequeño, de-
masiado viejas y hemos vivido bastante. Hemos
vivido demasiado. Para quien sabe tanto como
nosotras nada es importante ya. Todo se repite
eternamente: el día y la noche, el verano y el in-
vierno [...]”.
Parece como si esta vida lenta y rutinaria de
las tortugas de las Galápagos fuera envidiada
por los imprevisibles, rápidos y cambiantes vien-
tos y corrientes marinas, que un 10 de marzo
de 15 5 decidieron empujar a la deriva el barco
del religioso dominico Fray Tomás de Berlanga,
entonces obispo de Panamá.Así, en lugar de a su
destino inicial, Perú, se topó con las tranquilas
islas, descubriendo su gran diversidad de flora y
fauna...y sus grandes tortugas.
¿Qué supuso este hallazgo? La respuesta es
controvertida. Para los piratas y marineros que
fueron invadiendo las islas a partir de ese mo-
mento, un paraíso para la caza y la pesca. Para la
historia de la ciencia moderna, todo un hito. Para
las tortugas y resto de fauna de las islas...eso ya
es otro cantar.
Todas las especies insulares presentan casos de
evolución muy especiales dependiendo del grado
de alejamiento del continente. Esto es muy eviden-
te en las islas oceánicas de origen volcánico, como
es este caso, donde las pocas especies que logran
Tortuga gigante de las Galápagos,
Chelonoidis
sp./ Servicio de fotografía del MNCN
“Aunque queda
mucho por hacer,
los esfuerzos de
conservación
han conseguido
que unas 20.000
tortugas habiten
todavía en las
islas Galápagos”
Tortuga gigante de las Galápagos,
Chelonoidis
nigrita,
Isla de Santa Cruz / Antonio García-Valdecasas