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ç sumarioPara recibir
un correo electrónico cuando salga el próximo númeroo
darnos tu opinión escríbenos a
naturalmente@mncn.csic.es www.naturalmentemncn.orgcoronar nuestro objetivo, hace frío y nos atacan
un viento infernal y la llovizna de las nubes ama-
zónicas que se retuercen nerviosas al otro lado.
El panorama desde aquí se adivina magnífico, pero
hoy la niebla apenas deja ver nada.A partir de este
punto, casi todo es bajada, mientras la mole cris-
talizada del Mururata nos vigila a ratos. Sortea-
mos lagos de montaña y turberas infinitas donde
pastan rebaños de llamas. Hacia el final del día el
hábitat se vuelve más húmedo y adecuado para
nuestras ranitas: emoción. Llegamos cansados, ya
de noche, a la minúscula localidad de Takesi, que
da nombre a la ruta, y entonces… ¡bingo! Machos
de
Psychrophrynella
sp. empiezan a cantar entre los
muros centenarios de la aldea. Durante esa noche
y la mañana siguiente reunimos un buen montón
de ejemplares de lo que sin duda es una nueva
especie. Como si se encontraran únicamente en
aquel pueblito perdido, no hallamos ni uno más a
lo largo de la ruta, pese a remover toneladas de
piedras. ¡Hemos tenido una gran suerte al per-
noctar justo ahí!
Lo que en algunos tramos era una ancha, sólida
y majestuosa calzada empedrada, se va convirtien-
do, a medida que descendemos, en una estrecha
y casi intransitable senda por la jungla lluvio-
sa. Entre agapantos y crisantemos, atravesamos
haciendas desiertas y llegamos por fin al fondo
del valle. Asustan la fuerza y el estruendo del río
Takesi, que hay que cruzar a veces sobre endebles
puentes. Justo al final del camino, y tras tres días
de caminata, aparece a orillas de camino un
coatí ,Nasua nasua
, que nos permite admirarlo a gusto
unos cuantos minutos, como quien ofrece un pre-
mio a los valientes que alcanzan la meta final. En
la localidad minera de Mina Chojlla, tomamos un
minúsculo bus que, cerrando el círculo y antes de
enfilar hacia La Paz, cruza primero por Yanacachi
(pero hoy estamos de paso y no requerimos nin-
gún “alojamiento con piscina”).
En nuestro exiguo equipaje viaja un tesoro: bol-
sas de plástico con ranitas de panzas coloridas.
Carecen de nombre.Tenemos tiempo para pensar
cuál le pondremos durante las tres horas de viaje
que, por serpenteante carretera, nos devuelve sa-
nos y salvos a la ciudad.Contemplamos por última
vez estos soberbios bosques de niebla, sin poder
creer del todo que en menos de un par de días es-
taremos sentados en nuestros despachos, como
si nada hubiera pasado. Pero así ha de ser, porque
llevamos muchísimo trabajo de vuelta.
Estamos satisfechos de contribuir al crecimien-
to de las
colecciones científicas de nuestro Museoy de las instituciones bolivianas con las que cola-
boramos, y es que esta parte dura pero gratifican-
te del trabajo de campo es sólo el primer escalón
para, poco a poco, ir completando el inventario de
la fauna desconocida de anfibios del país.
Hasta el año que viene, Bolivia
n
Macho de posible especie nueva de
Psychrophrynella
cuidando de una puesta en avanzado
estado de desarrollo.
“Contemplamos
por última vez
estos soberbios
bosques
de niebla
sosteniendo
nuestro exiguo
equipaje, que
esconde un
auténtico un
tesoro por
describir”