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Definir Océanos como una “ópera salvaje” no es
baladí. La película supuso la mayor producción do-
cumental de la historia. Para realizarla, se invirtie-
ron 7 años de trabajo, un equipo de 500 personas,
grabaciones de la vida submarina por los 5 conti-
nentes y una inversión de 50 millones de euros.
‘Ópera salvaje’, ‘himno a la naturaleza’, ‘lujo submarino’, ‘reina
del mundo’, son algunos de los términos que se han utilizado
para definir al documental Océanos, que se estrenó en los cines
de medio mundo en 2010 y que ya han visto más de 12 millones
de espectadores en 40 países. Más de 480 horas de grabación que
se han convertido, además, en la base de la exposición que ahora
acoge el MNCN
Sus directores, Jaques Perrin y Jacques Clu-
zaud, lo tenían claro. Océanos suponía comenzar
un largo viaje bajo la superficie del mar para en-
contrar a las miles de criaturas que lo habitan: las
ya conocidas, pero también muchas que todavía
quedan por descubrir.
El océano alberga varios millones de animales
desconocidos: algunos solo se ven con micros-
copio, otros son verdaderos gigantes; algunos
tienen formas bellas y delicadas, y otros parecen
verdaderos monstruos. Pero de todos ellos, solo
conocemos 210.000 especies, y de estas se sabe
que 15.330 son peces. Las demás, sus comporta-
mientos, sus relaciones, siguen siendo un rompe-
cabezas, un rompecabezas que Perrin y Cluzaud
quisieron esclarecer.
El latigazo de un tiburón, nadar a la velocidad
de un pez espada, deslizarse como lo hace una
mantarraya, entrar en la guarida de un bacalao,
sorprender a un pulpo gigante en su hábitat o en-
contrarse con la ballena narval en las profundida-
des solo era posible realizando un gran esfuerzo.
Tortuga carey / Galatée Films Grabación de ballenas jorobadas en Canadá / Galatée Films