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atural
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ç sumario www.naturalmentemncn.orgLos nombres nos rodean. El ser humano los
usa para introducir en su sistema de conocimien-
to del espacio y del tiempo aquellos seres anima-
dos o inanimados con los que o de los que quie-
re hablar, o a los que quiere simplemente señalar.
Esta última faceta (la deixis) nos acompaña a los
naturalistas desde los tiempos prelinneanos, si
bien fue Carlos Linneo quien la condensó en una
frase latina, convertida con el paso del tiempo
en la quintaesencia de la razón de ser de la no-
menclatura de los seres vivos: “
Nomina si nescis,
perit & cognitio rerum
.” — Si ignoras los nombres,
desaparece con ello el conocimiento de las cosas
— (
Philosophia Botanica
, 1751, nº 210).
Nos podemos remontar al inicio de los tiem-
pos para indagar acerca del uso de los nombres
para señalar a los seres vivos. Es evidente que, a
falta de una ciencia estructurada como tal cuer-
po de doctrina, los nombres al principio eran los
usuales en la lengua hablada de cada grupo étnico,
es decir, eran nombres vernáculos, como lo son
en castellano perro, en catalán gos o en euskera
txakur. Cuando el conocimiento se estructura de
manera racional aparece la Ciencia y, con ella, la
necesidad de nombres no sólo para las entida-
des reales que se encuentran en la naturaleza,
sino también para los conceptos construidos so-
bre ellas (clases en el sentido filosófico, que dan
lugar a una clasificación) y, más adelante, la ne-
cesidad de que los nombres sean únicos a nivel
planetario: la universalidad. Mientras la primera
necesidad se encuentra ya en Aristóteles (384-
322 ANE), la segunda sólo aparecerá en tiempos
postlinneanos.
En su origen, la jerarquía de nombres cientí-
ficos nace de la Botánica Médica y la necesidad
de identificar las plantas medicinales ( la materia
médica) sin error, y sólo más tarde se aplica a
los animales, a las rocas y minerales (con escaso
éxito) y, mucho más tarde, a los microbios. Con-
ceptos tan familiares hoy día como el género,
aunque preconizados por autores precedentes
como Caspar Bauhin (1560-1624) o Augustus
Quirinus Rivinus (1652-1723), sólo adquieren
popularidad en las obras del botánico francés Jo-
seph Pitton de Tournefort (1656-1708), de don-
de los tomó Linneo.
Al sueco Carlos Linneo (1707-1778) se le con-
sidera el padre de la Nomenclatura de los seres
vivos como disciplina científica auxiliar. Catedrá-
tico de Botánica en la Universidad de Uppsala, se
le conoce por su aportación a la taxonomía je-
rárquica de los seres vivos (el sistema linneano)
y por la invención de la nomenclatura binominal
(que no binomial, eso son matemáticas), también
llamada en su honor linneana. Donde sus antece-
sores usaban tras el nombre de género una frase
latina más o menos larga para indicar (y descri-
bir) la especie, Linneo separó ambos cometidos
dejando la frase para la descripción y utilizan-
do una única palabra añadida a continuación del
nombre del género para crear el
nomen triviale
,
Miembros de la
ICZN durante la
asamblea general que
celebraron en Berlín
en diciembre de
2015. M.A.Alonso-
Zarazaga es el segun-
do comenzando por
la izquierda/ ICZN
“Según Carlos Linneo:
‘
Nomina si nescis, perit &
cognitio rerum
’ — Si ignoras
los nombres, desaparece con
ello el conocimiento de las
cosas”