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atural
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ç
tados entremusgos o bajo piedras,de donde na-
cen directamente diminutas ranitas totalmente
formadas. Estas especies ocupan, cada una, áreas
de distribuciónmuy pequeñas (a veces quizá no
más de unas cuantas hectáreas), lo que las hace
potencialmente muy vulnerables ante cualquier
cambio ambiental. Hay 17 especies en el país,
todas endémicas. Con mis colaboradores he
descrito trece de ellas, y
quedan muchas más por
descubrir. En el armario
de mi despacho, conser-
vadas en frascos con al-
cohol, hay por lo menos
otras diez especies; y sé
dónde ir a buscarmás.
Por su parte, el género
Telmatobius
es un grupo
de ranas casi estricta-
mente acuáticas, propias
de torrentes demontaña,
que se reproducen de forma “normal” (es decir,
mediante huevos y renacuajos que experimen-
tan metamorfosis). Hay especies de zonas altas
y secas —región conocida con el nombre de
“puna”— y otras de bosques húmedos. En Bo-
livia hay 14 especies (incluyendo la famosa rana
gigante del lagoTiticaca).Ocho habitan exclusi-
vamente en bosques de niebla,de las cuales tuve
la suerte de descubrir y describir cinco.
Nuestros estudios genéticos revelaron que
las formas más primitivas del género
Telmatobius
son las que habitan el límite altitudinal entre el
bosque y la puna húmeda, y que el resto se se-
paró de este grupo quizá en torno a 10millones
de años atrás. Si ya es emocionante descubrir
especies nuevas, desvelar que sus linajes llevan
sobre laTierra desde tiempos muy anteriores al
género
Homo
añade una dimensión extra a esa
emoción.
Pero se da la desafortunada circunstancia de
que las aguas de los bosques húmedos andinos
son también el hábitat óptimo para un tipo de
organismo completamente diferente: la especie
de hongomicroscópico
Batrachochytrium dendro-
batidis
(
Bd
), causante de una enfermedadmortal,
la quitridiomicosis, que ha llevado a la extinción
amuchas especies de anfibios en todo el mundo.
Pese a la ingente cantidad de investigación lle-
vada a cabo desde su descubrimiento en 1998,
se conocen aún muy mal los orígenes de esta
enfermedad,cómo sedispersa,y sus posibles co-
El que seguramente es el último ejemplar viviente de
Telmatobius
yuracare
afronta triste el destino de su es-
pecie tras el cristal deun acuario. / PatriciaBurrowes
res extranjeros y locales se empezaron poco a
poco a interesar por el tema. Con muchos de
ellos he tenido la oportunidad de establecer ex-
celentes yduraderas colaboraciones.Gracias a la
labor conjunta de todos, hoy en día conocemos
266especies.Lomás notabledeeste incremento
es que las formas endémicas han pasado de sie-
te en 1990 (6% del total de especies conocidas
entonces) a 66 hoy (25%
del número actual). La
inmensa mayoría de los
endemismos se encuen-
tra en los bosques húme-
dos andinos.Teniendo en
cuenta la diversidad en
zonas limítrofes depaíses
fronterizos mejor docu-
mentados y la cantidad
de formas nuevas para
la ciencia que estimamos
que aún esperan ser des-
cubiertas, el número de especies de anfibios en
el país puede rondar las 50. ¡Hemos avanzado
tremendamente, pero nos queda mucho trabajo
por hacer!
A lo largo de 27 años de trabajo en Bolivia he
descubierto numerosas especies nuevas de an-
fibios, sobre todo en los Andes. Gran parte de
esosdescubrimientos secentraendos gruposde
ranas con formas de vidamuydistintas:el género
Psychrophrynella
yel género
Telmatobius
.El prime-
ro lo constituyen pequeñas especies terrestres
que viven en páramos húmedos y bosques de
niebla,y se reproducenmediante huevos deposi-
“Me resulta inaceptablehaber
llegado justoa tiempopara
descubrir una seriede especies
que, trasmillonesdeañosde
existencia, han sidoborradas
de la fazde laTierraantemis
propiosojos”
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